martes, 1 de julio de 2008

City Bell, por Carlos*

Caen una gotas y el inconfundible olor a tierra mojada me trasporta, esté donde esté, a mi ciudad natal. No me la disfraces, ni me la dibujes; no es olor a ozono, es olor a lluvia y a tierra mojada. ¡Si estás igual! -dice la publi- y en mi memoria eso ocurre. Estás tan bella y agreste como siempre, aunque ya no tengas calles de tierra. Tan simple y única, aunque estés tan atestada de autos que decidieron darte un solo sentido de circulación. Tan tranquila y familiar, aunque por tu vía principal ya no circula más el micro para que los peatones puedan recorrer tus miles de comercios.

Y no me vengan con cuentos que todo te queda lejos, porque ahora todos van a vos para poner su sucursal top. Y ya sé, no está el viejo almacén, ni el kiosco de la esquina. Tampoco la vinería, y el banco cambió de dueño. Ya no estoy yo, no están ellos, no están las cosas que viven en los recuerdos de los que te conocimos antes, como estarán en los que te conocen ahora, dentro de unos años.

Bienvenidos a City Bell

*Carlos postea como invitado.

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