“La alborada” tiene más de cuarenta años de atender al sediento. Apurar una copa en este sitio, es un equivalente a beber cuatro en cualquier otro, la generosidad de los empleados, desde la primera visita, denota que no les tiembla la mano al escanciar sobre el vaso una buena porción de licor; no hay engaño con los hielos, tres cuartas partes de un receptáculo garantizan que pasarán cinco rondas a lo mucho, antes de irse bien servido a disfrutar de la familia. Es obligatoria la partida hacia el hogar, debido a que es un “botanero”, se abre a las diez de la mañana, en horario corrido hasta las nueve de la noche, compartiendo apenas unas pocas horas menos con el de la escuela secundaria y preparatoria que está justo al frente. Uno puede preguntarse cómo es que se autorizó una licencia de cantina, al estar compartiendo la acera con la educación y futuro de nuestro México querido; respuesta concedida: en Oaxaca todavía se respeta el derecho de antigüedad. |
*José Elías Bautista Rosete postea como invitado.
** Está editado, es parte de una cronicota.
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