
¿Todo bien jefecito? ¿Así que anduvo por la Puna? Qué gente sacrificada esa… Vivir tan lejos de todo, con esos caminos imposibles, es difícil, ¿eh? Uno llega y se pone a mirar y dice que sí, que es todo hermoso, que podría vivir allí por siempre y que no le importaría el frío que cala los huesos ni el calor que asa la carne; pero la verdad es que al ratito nomás empieza a costar.
Ya marcha otra cerveza, jefe ¿No le gusta el morrón? Quizás le encuentre un gusto raro a la pizza, está hecha con quesillo de cabra, cabras del lugar. Y las milanesas de llama de anoche, ¿cómo estuvieron? Bueno, a esas las traen de ahicito, habrá visto la cantidad de animales que hay. Crían las llamas y las vicuñitas, ahora que se pueden comerciar; vale cualquier plata esa lana.
¿Y llegó bien? ¿No se le complicó con las lluvias? Llovió en toda la Puna y los caminos deben estar imposibles, pero claro, ustedes van en la camioneta. Seguro que creían que la Puna era sequísima y que se iban a cansar de tragar tierra. La gente no conoce… ¿y sabe por qué los que viven allá se quedan, a pesar de todas las penurias? Están haciendo patria, pues.
¿Otra porción, jefe?