lunes, 2 de febrero de 2009

Mar del Plata II, por Juanito

Caminamos unas pocas cuadras de ranchos y descampados, grito de realidad entre esos dos mundos inciertos que resultan Bosque y Mar. Andamos ese equívoco sendero de silencios, inquietudes, caricias y -por qué no- alguna chanza, inventando un espacio de palabras a veces suaves, a veces pícaras y escurridizas, que jamás resignarán vigencia.

En eso le -y me- pregunto cómo puede ser que le guste ese olor a mezcla de pescado podrido y azufre. Me entrega una mirada que es en sí misma una razón. De todos modos, agrega: Me recuerda que estoy lejos de casa.

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