viernes, 27 de marzo de 2009

La Quiaca, por Duar


¿Todo bien jefecito? ¿Así que anduvo por la Puna? Qué gente sacrificada esa… Vivir tan lejos de todo, con esos caminos imposibles, es difícil, ¿eh? Uno llega y se pone a mirar y dice que sí, que es todo hermoso, que podría vivir allí por siempre y que no le importaría el frío que cala los huesos ni el calor que asa la carne; pero la verdad es que al ratito nomás empieza a costar.

Ya marcha otra cerveza, jefe ¿No le gusta el morrón? Quizás le encuentre un gusto raro a la pizza, está hecha con quesillo de cabra, cabras del lugar. Y las milanesas de llama de anoche, ¿cómo estuvieron? Bueno, a esas las traen de ahicito, habrá visto la cantidad de animales que hay. Crían las llamas y las vicuñitas, ahora que se pueden comerciar; vale cualquier plata esa lana.

¿Y llegó bien? ¿No se le complicó con las lluvias? Llovió en toda la Puna y los caminos deben estar imposibles, pero claro, ustedes van en la camioneta. Seguro que creían que la Puna era sequísima y que se iban a cansar de tragar tierra. La gente no conoce… ¿y sabe por qué los que viven allá se quedan, a pesar de todas las penurias? Están haciendo patria, pues.
¿Otra porción, jefe?

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