martes, 30 de septiembre de 2008

El Shincal de Quimivil, por Duar

Dicen que fue una ciudad, una importante además. Todavía es. Queda a pocos kilómetros de la Londres catamarqueña: San Juan Bautista de la Ribera de Londres, Catamarca, de verdad. La desenterraron unos arqueólogos que, además de dejarla linda para que la visiten los viajeros, cuentan su historia, que es como las que les gustan a los intrépidos.

Que por la aukaipata pedregosa del Shincal se pasean a diario sombras de ausencia. En los días buenos, flotan recuerdos orgullosos de un esplendor lejano. También tienen sus días tristes: entonces los lamentos que exhalan marchitan los sunchos que se desparraman por el valle y llenan de escalofríos a quienes por ahí transitan.

El río corre como entonces, por épocas, y lleva en su cauce lágrimas y metales pesados, secuelas de la derrota histórica. La de Juan Chelemín, ahorcado y descuartizado en plena plaza. La de las minas de cielo abierto que exprimen a Catamarca su mineral más precioso, que no es el oro sino el agua.

Foto: vano de una kallanka del Shincal, perteneciente a licor de mandarina, en flickr.

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