Hay ciudades que merecen mejor suerte, digo yo. Me parece una cosa rejodida, una total injusticia, lo que le pasa a La Rioja, que es tan linda, tan colonial, tan roja; la recuerdo toda en color terracota, con sus calles estrechas y las otras calles de tierra que van a dar al canal.
Es un atropello lo que se comete con La Rioja: no conozco a nadie que vaya de vacaciones o planee mudarse por esos pagos, ni siquiera para andar cerca de la maravilla de Talampaya, o Corona del Inca, que quedan en la misma provincia al menos. No, hasta para ir a Talampaya paran en San Juan, que suena más pujante, más a Cuyo y menos a Noroeste, qué se yo.
Lástima que no conozco a nadie en La Rioja, como para tener donde parar, tomar una siestita o una cerveza, esperar una brisita o tostarme al sol; no conozco a nadie y siempre la tengo que ver de pasada: atravesar el arco de entrada a la ciudad, dar una vueltita a la plaza y buscarlo a Menem por todos lados, para fajarlo o para preguntarle por qué nos jodió tanto y por qué, encima de todo, le dio esa mala fama, pobrecita La Rioja, que siempre fue chiquita y pobre pero digna.
martes, 23 de septiembre de 2008
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