De San Miguel conozco, básicamente, su infraestructura en materia de transporte. Apenas descendí en la estación de trenes me subí a un colectivo de línea que me depositó en la Terminal de Ómnibus. Una vez ahí, una lluvia despiadada me cerró las puertas de la ciudad, condenándome a ocho horas de espera en el lugar, hasta la partida del micro hacia Tilcara.
Sede de la primera de las que serían miles de escobas de quince que casi siempre ganó Ignacio y de unos espectaculares mates con el inconfundible sello del amigo Frosty, la Terminal de San Miguel fue, además, testigo de la redacción de los renglones que encabezan el diario del viaje, relato de ruta.
Largamos. No sé con certeza a dónde estoy yendo. Cuando a punto estamos de atravesar una villa miseria, saliendo de Rosario, la voz del tren ofrece una idea: “Por favor, señores pasajeros, cierren las ventanillas”. Por cierto, Fa, ya te extraño.
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1 comentario:
Bambiiiiiiiiiiii Que Belleza!!!! Mágia Pura! y... fa ya te extraño es el más bello final que podía esperarse!!! Sos Mi Ídolo. Gracias! Te Adoro y... Fa... quiero conocerte sos Tan Alucinante! Seguro!!!
besote!
Atu*)
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