
Pero no se podía quedar quieto, ella lo miraba, y hasta un novato como él podía advertir que algo de insinuación había en esos ojos chocolate. Juntó agallas y se aproximó con pasos que pretendieron ser decididos pero cuyo temblequeo desenmascaró el pico más alto de nerviosismo que había experimentado en su existencia.
- ¿Estás sola?- balbuceó como pudo.
- No, estoy con mi novio- respondieron los ojos oscuros, mirando para otro lado con cruel frialdad.
Agachó la cabeza y, algo deprimido, pegó media vuelta decidido a pasar atornillado a la barra lo que restaba de noche hasta que sus amigos, de mejor suerte, lo buscaran para volver a la casa incrustada en la serranía.
Pero cuando andaba por la tercera o cuarta botella, sorpresivamente lo tomaron de la mano y sin mediar palabra lo metieron a las apuradas en un escondite en el que el inexperto descubrió que había mucho más detrás de esos hermosos ojos chocolate.
No hay comentarios:
Publicar un comentario