Estimado Gustavo:
Creo que no hace falta mencionar lo maravillosa que ha resultado la jornada de hoy. La caminata que en un principio miramos de reojo por el frío y lo temprano, nos pagó con creces: los silencios vencieron a la incansable pendiente; los colores condenaron al olvido a la falta de aire. Y si bien no llegamos a la Garganta del Diablo, la fiesta que nos retuvo en la quebrada quedará por siempre tatuada en mi memoria.
Cuando éste, mi viaje, apenas comenzaba a ser esbozado un año atrás en el agobiante calor rosarino, quienes habían tenido la experiencia de un recorrido similar me anticiparon que -más allá de los paisajes y la historia y el descanso- el Norte me iba a regalar amigos, compañeros, compadres.
Y déjame decirte que no se equivocaban, y que tú eres la viva y fresca prueba de ello. Son cosas que se notan, ¿vio? Uno percibe cuándo un abrazo es auténtico o mera pose para la foto; uno se da cuenta cuándo la oferta del último trozo de sandwich es etiqueta y cuándo comunidad.
Pero si hubo un momento en que manifestaste tu intención de eterna y sincera hermandad -que mediante la presente declaro acepto honrado- fue cuando anoche, entre cervezas y rockanrolles, con apenas algunas horas de convivencia en "El Andariego", me enseñaste las fotos de tu prometida posando desnuda, para que vea lo hermosa que era.
Un afectuoso saludo, y la mejor de las suertes en tu camino.
sábado, 11 de octubre de 2008
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