Al menos un hombre lloró esta mañana en Rosario: se llama Daniel, es medio petiso y vive en la calle.
El frío matinal se reflejaba perfecto en un charco de agua acumulada en la bocacalle de la esquina de Rioja y Alvear.
Quizá lloraba porque llovía, y se mojaba; talvez a pesar de ello.
Me paré a esperar el 102, el mismo desvencijado e impuntual que cada día me lleva al trabajo.
- ¿Tiene hora, señor?- me preguntó.
Puede que llorase por el pasado, pero no podría descartar que fuera por el futuro, o el presente.
- Las seis y media- respondí levantando un poco la voz para hacerme escuchar entre el murmullo de una ciudad que empezaba a moverse.
- Muchas gracias.
Sacó una hoja de papel prolijamente doblada del bolsillo, y lo poco que quedaba de un lápiz. Se secó una lágrima con la manga de su saco, y comenzó a escribir:
“Cómo te extraño, María…”
No pude ver como seguía, había llegado mi colectivo.
El frío matinal se reflejaba perfecto en un charco de agua acumulada en la bocacalle de la esquina de Rioja y Alvear.
Quizá lloraba porque llovía, y se mojaba; talvez a pesar de ello.
Me paré a esperar el 102, el mismo desvencijado e impuntual que cada día me lleva al trabajo.
- ¿Tiene hora, señor?- me preguntó.
Puede que llorase por el pasado, pero no podría descartar que fuera por el futuro, o el presente.
- Las seis y media- respondí levantando un poco la voz para hacerme escuchar entre el murmullo de una ciudad que empezaba a moverse.
- Muchas gracias.
Sacó una hoja de papel prolijamente doblada del bolsillo, y lo poco que quedaba de un lápiz. Se secó una lágrima con la manga de su saco, y comenzó a escribir:
“Cómo te extraño, María…”
No pude ver como seguía, había llegado mi colectivo.
1 comentario:
Juan:
Me encantó lo que escribiste, no puede dejar de imaginarme esa mañana y sentir envidia por María... cómo me gustaría que alguien me amara así.
Dejame decirte que escribís lindo, no sé cómo lo hacés pero hacés que valga la pena permanecer unos días más en la tierra... gracias, Te extrañé.
Ligia
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