jueves, 4 de marzo de 2010

Buenos Aires, por Duar

En el fondo de un aséptico bar de renombre multinacional, un hombre compra almas.
Otros tres se dirigen a su encuentro, obnubilados –para qué negarlo– por esta pequeña Nueva York enclavada en la gran Buenos Aires. Envuelto en vahos de exóticos cafés traídos de todas partes del mundo y las impregnantes miasmas que desprenden hombres aborrecibles, el colector de almas hace una propuesta tan obscena como imposible de rechazar.
Uno de los visitantes no puede con su asco. Se echa atrás y, aturdido, busca los ojos de alguno sus cófrades para que lo sostengan. No los halla. Lo esquivan.
Han sido cooptados y lo acusan con la mirada: ¿qué es eso de querer cambiar el mundo –parecen inquirir– justo cuando comienza a abrirnos las puertas?

1 comentario:

José Elías dijo...

Aldoux Huxley Rules...

es como una píldora de soma